Embarazo y post-parto

Siente los beneficios del yoga en la etapa en la que te encuentres
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Cuídate, cuídalo

  La práctica del yoga en sí ofrece un equilibrio cuerpo-mente-espíritu a todas aquellas personas que lo interiorizan como una forma de vida. En el caso de las mujeres embarazadas, esta unión se hace más fuerte para ser transmitida al bebé que, la recibirá --para cuando nazca-- tal y como la sienta la madre. Si hay estrés y agobios o, al contrario, serenidad y calma.

  Introducir el yoga durante este periodo es ayudar a la madre a mantenerse en dicho equilibrio y así que pase por un embarazo sano, tanto para ella como para el bebé. Con el yoga, se refuerza y se prepara al cuerpo --que irá cambiando conforme crezca el bebé--, de manera interna como externa; se aprende a controlar la respiración de cara al parto y se mantiene una mente tranquila, con una gestión de las emociones y libre de agobios prematuros.

¿Por qué practicar yoga durante el embarazo?

  Con todo ello, el yoga se convierte en una experiencia preciosa durante el embarazo, además de promover un entorno positivo para el bebé. Una vez decidida a practicar yoga, la madre debe saber que se está haciendo un enorme regalo que, con seguridad, querrá continuar después de dar a luz y seguir transmitiéndoselo a su hijo.

   La práctica de yoga, durante el embarazo, se divide en los mismos trimestres por lo que pasa la mujer embarazada, para ajustarse a los cambios anatómicos que se producen en cada uno de ellos.

   Obviamente, si la mujer padece de un embarazo de riesgo hay que evitar el yoga, aunque la madre sea practicante --al igual que otros ejercicios--, y eliminar los pranayamas. En este estado, debe dedicarse al reposo y a la meditación.

Primer trimestre

0-12 semanas

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  En el primer trimestre no es aconsejable hacer cualquier tipo de tratamiento corporal, entre ellos el yoga, porque el bebé se está empezando a formar --el óvulo fecundado empieza a asentarse en las paredes del útero y no debe desprenderse-- y es más susceptible de ser dañado.

  En caso de que la madre ya sea practicante de yoga y quiera continuar en estos primeros meses, deberá hacer las clases de manera muy suave y sin esfuerzos en el abdomen. Sin embargo, en esta etapa, lo mejor es esperar a que todos los sistemas del feto estén desarrollados y enfocar la práctica a pranayamas y a la meditación.

Segundo trimestre

13-28 semanas

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   Introduciendo la práctica de asanas, las clases están diseñadas para avanzar con los mismos cambios anatómicos que se producen en la mujer, ayudándola a evitar las dolencias y reforzando las zonas más afectadas. El enfoque se pone en la fuerza y flexibilidad de piernas, en la apertura de pecho y caderas y en la zona lumbar.

   La madre comienza a notar los movimientos del bebé a partir de la 16ª semana, aproximadamente, por lo que es un momento idóneo para realizar meditaciones que fortalezcan ese vínculo. Una meditación continuada estimula la relajación mental, bajando los niveles de estrés y controlando los estados emocionales que se suelen producir durante el embarazo.

Tercer Trimestre

29-40 semanas

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   Es en el tercer trimestre cuando se prepara más el cuerpo de cara al parto, haciendo más hincapié en el control de la respiración y en la meditación con un bebé que ya puede percibir todo aquello que la madre haga. En esta etapa, la práctica de asanas suaviza su intensidad y se concentra en la apertura de caderas, suelo pélvico y zona lumbar, reforzando así toda el área vinculada al parto.

   Se puede practicar hasta el mes en el que la mujer se sienta cómoda con ella misma. Cada embarazo se vive de una forma y, aunque suele ser similar en todas las mujeres -las dolencias, molestias, peso, etc.-, se sienten distintos en cada una de ellas, por lo que su práctica irá acorde a cómo esté su cuerpo.

Post-parto I

3 primeros meses

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   Al igual que en el tercer trimestre, el cuerpo está más agotado de lo habitual, por lo que la práctica se centra más en la respiración y relajación, para compensar los cambios de sueño y cansancio que se manifiestan en esta etapa, y en la meditación que, ayuda a la posible depresión post-parto y activa el sistema parasimpático para mantener la serenidad. Recuerda que es un momento sólo para mami, pero que después traspasa a su bebé.

   En los primeros meses, después de dar a luz, no es recomendable practicar las posturas, puesto que el cuerpo aún se está recuperando y adaptando su forma. No tengas prisa por recuperar la figura; ahora lo importante es la gestión emocional. 

A partir del tercer mes

Post-parto II

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   Comenzamos a introducir las asanas en nuestra práctica de yoga, en la que se mantienen los ejercicios de suelo pélvico y se refuerza, de manera suave, la zona abdominal. También se trabaja con atención la espalda y las piernas, al ser dos partes de nuestro cuerpo en las que recae mucho peso al sostener al bebé y/o amamantarlo.

   Finalizar el yoga en post-parto II dependerá del estado de recuperación de cada madre, pues el ritmo lo marca su cuerpo de manera individual. Poco a poco se van introduciendo asanas que requieren de más fuerza, siempre y cuando, la mujer se sienta cómoda con ellas.

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